Caleta Tortel

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martes, 18 de junio de 2013

De Magallanes a la Patagonia... argentina.

Con Ximena, el amor por la Patagonia se iba haciendo cada vez más fuerte. Sin duda algo que hemos aprendido, es que no existe la Patagonia chilena y la Patagonia argentina. La Patagonia es una sola y punto. Ser de un país u otro es solamente un tema burocrático y que en ocasiones se evidencia por el acento, pero el idioma es el mismo y el amor por sus tierras y tradiciones es igual.

Pero, la cordillera es una frontera natural, es una muralla casi infranqueable que crea "dos Patagonias" con características diferentes, los hielos y fiordos dominan principalmente el lado occidente y la pampa que domina hacia el oriente. Nosotros veníamos volviendo a Puerto Natales después de habernos maravillado con las Torres del Paine y ahora el destino sería El Calafate, Glaciar Perito Moreno y El Chaltén. Iríamos a los pies del Fitz Roy y el Cerro Torre, colosos de roca que en lo personal me asombran y me tientan, pero que difícilmente intente sus cumbres en alguna oportunidad.

En la misma Hostal María José nos venden los pasajes, ida y vuelta ($11 mil pesos chilenos c/u) y gracias a que un primo en Punta Arenas tiene un familiar en el mismísmo El Calafate, tendríamos alojamiento (al parecer sin mayor costo). El viaje comienza en la misma puerta de la oficina de los buses. Sin mucha demora ya estamos en el Paso Dorotea, donde después de una breve revisión de los gendarmes argentinos pasamos al poco atractivo pueblo de Río Turbio y luego pampa, pampa, pampa... y pampa. El viaje en total dura cerca de 4 horas, pero son quizás los últimos 20 a 30 minutos los más asombrosos, con vista al Lago Argentino y a lo lejos, las siluetas de tan espectaculares colosos de roca,  el Fitz Roy y el Torre.


Es un largo descenso para llegar hasta la ciudad de El Calafate, la cual no es grande (quizás muy similar a Pucón en la región de la Araucanía), pero de hermosas fachadas y rodeada por la "interminable" pampa. Al llegar, debíamos ubicar la oficina de Turismo (MYL), la cual era de propiedad de Luis Ruiz, primo de mi familiar en Punta Arenas y nuestro contacto en la ciudad.

Luego de coordinar con nuestro "anfitrión" (nos dijo que estuviéramos a las 6 de la tarde en la oficina de regreso), recorremos la ciudad, la cual como les dije anteriormente tiene mucho parecido con Pucón. Una avenida principal en la cual se encuentra concentrado el comercio, agencias de viajes, de turimos, un Casino, locales comerciales, etc. Todo se encuentra muy lindo, muy bien cuidado. La temperatura en la época que fuimos (comienzos de abril) era bastante agradable durante gran parte del día, aunque la zona se caracteriza por el viento y las bajas temperaturas. De hecho un día "lindo" no es el típico con sol, sino que solo basta que no haya viento ni frío para que un día salga de lo típico.

Cómo nos habían pedido, puntualmente estábamos a las 6 de la tarde en la oficina de MYL y nuestra sorpresa fue mayúscula cuando nos dimos cuenta que el motivo de esta citación era para invitarnos a un tour por el Cerro Frías, el cual se encuentra junto al pueblo. Este tour lo realizamos en un camión todo terreno (similar a los que corren en los rallys), con asientos en primera fila. Hacia atrás estaba acondicionado como un bus, lleno de turistas de varios países (nosotros, los únicos chilenos). El recorrido comienza por un camino en bastante buen estado y apenas sale del sector urbano comenzamos a ganar altura y aparecen pendientes muy empinadas, las cuales sin duda le dan un cierto grado de adrenalina al tour. Paramos en varios puntos, cada uno con una vista más espectacular que el anterior, lo cual se veía recompensado por  la luz del ocaso que iluminaba con un tono anaranjado todo nuestro alrededor.


 Al llegar al sector más alto del cerro aparecía el viento patagón que extrañábamos en la ciudad, ese viento que cala los huesos. Desde ese punto la vista es soberbia: A nuestros pies El Calafate iluminada, a un costado del Lago Argentino. En el horizonte asoma el Fitz Roy y el Torre vestidos con nubes en sus faldas. 




Hacia el oeste, se apreciaba el Perito Moreno, nuestro destino del día siguiente. Después de fotografiar tan hermoso paisajes, el descenso es por un camino tanto o más adrenalínico que el de subida. Paramos en unas rocas con unas formaciones similares a los sombreros mexicanos, una curiosidad solamente.


Luego, llegamos a la casa de Lucho, quien nos presentó a su familia (su señora Margarita, sus hijos Luis, su yerno y su nieta Catalina) y ahí nos pudimos dar cuenta que la hospitalidad es una característica tan propia de los patagones (independientes del país que sean). Nos sentimos inmediatamente bien acogidos, como en nuestras propias casas. Sin duda eso es algo que hasta el día de hoy agradecemos y nos sorprenden de los habitantes de la Patagonia, su desinterés por lo material, las ganas de mostrar sus tierras con el fin de que nos demos cuentas que es un lugar único.

Al otro día, nos levantamos temprano y nos vamos directo al Rodoviario para tomar el omnibus que nos llevaría al Parque Nacional Los Glaciares (ingreso para extranjeros $15 mil pesos chilenos) donde visitaríamos el impresionante glaciar Perito Moreno.


Este se encuentra relativamente cerca, ya que en un recorrido de nos más de 1 hora 1/2, ya estábamos comenzando a recorrer las pasarelas. Pero antes de caminar, tomamos un catamarán, el cual hace un recorrido por toda la pared glaciar (siempre a una distancia segura por los constantes desprendimientos). Recorremos los 5 kms de ancho teniendo la posibilidad de apreciar unos cuantos desprendimientos, los cuales sorprenden por el tremendo ruido que producen. Logramos grabar uno, el cual sería el más espectacular de ese día.



El recorrido por las pasarelas nos toma todo el resto del día. Son kms y kms de pasarelas (los entendidos dicen que son las mismas que hay en las cataratas de Iguazú). En su punto más cercano al glaciar, se tiene el hielo ahí, casí al alcance de la mano.



Se supone que en ocasiones este casi se puede tocar con la mano, ya que el Perito Moreno tiene una particularidad ya que es uno de los pocos glaciares (por no decir el único) que avanza y retrocede en un ciclo permanente. Al llegar a su tope, siempre sorprende con un gran desprendimiento que suele ser causado por un aumento del nivel de brazo Rico del Lago Argentino, el que ve obstaculizado su desagüe natural por el hielo. 




Así, entre hielos, leves lloviznas y tibios rayos de sol, nos dejamos maravillar por el glaciar y los ruidos de sus desprendimientos. El paisaje que lo rodea igualmente es maravilloso, con bosques, cerros y el lago Argentino. Al regresar, el mismo bus nos esperaba. El Parque tiene muy buenas instalaciones, baños impecables y bastantes lugares donde poder sentarse a descansar. Al llegar a El Calafate, nuestros anfitriones nos tenían una rica cena y luego de compartir un rato con la familia nos vamos a dormir, ya que al otro día también habría que levantarse temprano para partir a El Chaltén. (curiosidad nos provocó que el gas de la cocina lo dejaran prácticamente encendido las 24 hrs. del día ya que por este se paga casi nada.)



El viaje a El Chaltén comienza muy temprano. El omnibus sale muy temprano ya que el viaje es casi tan largo como de Natales a Calafate. Son casi 4 hrs, nuevamente solo por pampa hasta llegar a las orillas del lago Viedma, donde el glaciar del mismo nombre se comienza a ver a la distancia. El Chaltén es un pequeño pueblo (casi un villorrio) construido principalmente para hacer soberanía en un territorio en disputa con Chile (zona donde se ubica la Laguna del Desierto).



Su principal y casi única actividad es el turismo (está lleno de hostales, agencias, negocios, etc) el cual es motivado por la cercana ubicación de los preciosos Fitz Roy y el cerro Torre (además de los otros colosos como el cerro Poincenot, Saint Exupery, Cerro Eléctrico, etc.). Como teníamos pocas horas, nuestro trekking de ese día sería la Laguna Capri, desde donde supuestamente tendríamos una vista impresionante del Fitz Roy. Además de este sendero, hay varios más, no tan solo de 1 día, si no que de varios dependiendo del destino: Laguna Capri, Laguna Los Tres, Laguna Torre, etc.).


Nuestro sendero (en realidad todos los senderos) comienzan apenas termina la calle principal del pueblo. Aquí comienzan a ganar altura mientras se va apreciando el valle del Río de la Vueltas. El día se presentaba agradable, pero una eterna nube (que no se movería durante toda la tarde) nos impedía ver los cerros, que eran nuestra principal motivación. Un suave trekking de no más de 2 horas nos lleva entre bosques hasta la Laguna Capri, la cual no es muy grande, pero de lindos colores y de fondo espectaculares el Fitz Roy y compañía (los cuales nunca pudimos ver). Nuestra espera fue larga, varias horas durante esa tarde, pero la mole de roca no se dejó ver, no fue nuestro día así que la excusa para volver está más que clara. Sin duda El Chaltén no es un lugar para venir a visitar sólo en un día. Tiene tantos lugares para recorrer y tanta belleza al alcance de la mano que lo lógico es tomarse varios días para conocerlo y disfrutarlo, así que tomarse el tiempo para poder ir y apreciarlo como se lo merece.


Ya retornardo a Chaltén, se despeja un poco y el cerro se deja ver, bueno...típico. El regreso a El Calafate es tranquilo, nuevamente la pampa provoca que el sueño nos invada y sólo despertamos cuando ya estamos casi en el rodoviario.


Llegamos ya donde nuestros amigos quienes al igual que nosotros se entristecen porque al otro día ya nos volvemos a Natales. Ese calor humano tan similar al de "nuestros" patagones "chilenos" nos hace recordar que la Patagonia es una sola, que sus paisajes son un complemento entre los de un lado de la cordillera y los del otro y que por sobre todo ese amor por estas tierras que les declarábamos al comienzo, ahora se afianzaba para no olvidarle nunca más y anhelar cada día con volver.

sábado, 15 de junio de 2013

La Isla Misteriosa: Rapa Nui

Ya habíamos conocido las Torres del Paine y San Pedro de Atacama, 2 de los 3 lugares mas turísticos de Chile, solo nos faltaba uno "Isla de Pascua". A pesar de lo que significaba (costo monetario) nos propusimos, como próximo destino de vacaciones, conocerla.
Estuvimos durante muchos meses buscando ofertas en la página de Lan para viajar, hasta que por fin encontré una fecha ideal para viajar (domingo 30 de octubre al sábado 05 de noviembre de 2011, incluyendo 2 feriados). No lo dudamos y los compramos inmediatamente ($238.610 p/p aprox pagados en 12 cuotas sin interés ¿Qué mejor?). 
Estábamos muy emocionados por el viaje y averiguamos con mucha anticipación sobre el alojamiento. Ya habíamos decidido que acampariamos y nos pusimos en contacto con el camping Tipanie Moana. Nos respondieron que el costo era solo $4.000 p/p (sin carpa) el mail decia lo siguiente "Estos valores incluyen la recepción del pasajero en el aeropuerto con collares de flores y transfer del aeropuerto al camping y del camping al aeropuerto. El uso de cocina, comedor, vajilla completa, baños y duchas con agua caliente para damas y varones. Estos servicios sin restricción de horarios."  Realizamos el depósito de la reserva. Ya estaba listo el alojamiento. 
Al cabo de unos meses en groupon apareció una promoción por 3 días y  2 noches para 2 personas en el Hotel Tea Nui por solo $65.000. Nos pusimos en contacto con el Hotel para reservar los últimos días de nuestra estadia y compramos el groupon. 
Como ya sabíamos que la comida era cara, optamos por llevar la nuestra desde acá (llevamos pan, arroz, pastas, puré, galletas, agua, de todo y las embalamos en 2 cajas).
Cuando llegó el día estaba muy nerviosa (el viaje duraba 5 horas y se hacia por el océano pacífico durante practicamente todo el viaje, para mi era imposible no estar nerviosa). 
Al subir al avión quedamos impactados por lo grande que era. Sus asientos se veían muy cómodos, además el sistema de entretención a bordo era genial. El viaje fue muy tranquilo (0 turbulencias) y se nos hizo muy corto. Al aterrizar todos aplaudieron, todos estábamos muy emocionados por estar en "Isla de Pascua". 
En el aeropuerto nos recibió don Victoriano con el típico collar de flores y un cartelito con el nombre de Jorge (nos sentimos estrellas de Hollywood jajaja). 
Al llegar al camping armamos nuestra carpa y nos preparamos algo para comer. El lugar era genial con una maravillosa vista al Terevaka. Tenían una gran sala como comedor con cocina, lavaplatos, refrigeradores, muy acogedor y cómodo, además los baños estaban muy limpios. 
Luego de almorzar fuimos a recorrer el pueblo, aún sorprendidos de estar en la Isla. Fuimos hasta Tahai, donde apreciamos los primeros moais, aquellas moles de roca que esconden tras de si historias increíbles y absolutamente misteriosas. 


Como aún faltaba para el atardecer, aprovechamos de ir a comer una pizza y así hacer tiempo. Pasado una hora fuimos nuevamente hacia Tahai, buscamos el mejor lugar y preparamos nuestras cámaras para presenciar el tan esperado atardecer. Ese atardecer ha sido el mas bello que, por lo menos yo, he visto. Ver esconderse el sol tras el océano y tras los moais fue un momento mágico. Aquellas fotografías siguen siendo unas de las mas hermosas de mi baúl de recuerdos. 



Esa noche descubrimos que fue un gran error llevar los mismos sacos de dormir que usualmente llevamos a la montaña, ya que literalmente nos "asamos", pero aún así pudimos dormir relativamente bien.
A la mañana siguiente nos levantamos temprano. Don Victoriano nos llevó por $5.000 p/p a Ana kai Tangata, Rano Kau y Orongo. En Orongo tuvimos que pagar $10.000 p/p, ya que este lugar es parte del Parque Nacional Rapanui. 
Ana Kai Tangata es una cueva donde se pueden apreciar pinturas rupestres haciendo referencia al Hombre Pájaro (Tangata Manu).



Para llegar a Rano Kau se puede hacer a pie o bien en auto. Nosotros lo hicimos en auto. Llegar a Rano Kau es impresionante. Este lugar esta conformado por un cráter gigante parte de un volcán extinto (uno de los 3 que dan la particular forma a la Isla). El diámetro del cráter alcanza los 1,5 km. En su interior se aloja una laguna de 250 mts de profundidad con una abundante vegetación y microfauna.



Hacia el sector oeste se encuentra el centro ceremonial de Orongo donde se pueden encontrar 50 casas de piedra donde se celebraba al hombre pájaro.



Desde este lugar se tiene una vista maravillosa al océano y a los Motus (pequeños islotes) los cuales son 3 Motu Nui, Motu Kao Kao y Motu Iti. 


Luego de recorrer Orongo fuimos hacia el pueblo donde arrendamos un vehículo para recorrer el resto de la Isla. El costo del arriendo fue de $25.000 y, a pesar de que el jeep no estaba en muy buenas condiciones, no tuvimos ningún problema.

El recorrido comenzó por toda la costa sur donde se pueden ver muchos lugares en los cuales hay moais en el suelo y uno de los que mas llama la atención es Akahanga (donde supuestamente se encuentra enterrado el primer rey o ariki de la isla "Hotu Matua") y Ahu Vaihu.



Luego de recorrer gran parte de la costa sur nos desviamos hacia Rano Raraku, lugar en el cual se tallaban los moais (este lugar es llamado también "Cantera de los Moais" y es parte del Parque Naciona Rapanui). 


Este lugar es sin duda uno de los mas bellos de la isla (a mi parecer). El pasto tiene un color verde intenso y los senderos muy bien marcados, el cual circula alrededor de los cientos de moais que lograron salir de la cantera, pero que nunca llegaron a su destino. La vista del resto de la isla es asombrosa, siendo posible apreciar gran parte de su costa sur.

Este sitio se formó por la acción de un volcán (Rano Raraku). En su interior se puede observar un cráter con una laguna.




Luego de visitar este sitio nos dirigimos hacia Tongariki, otro lugar cautivador de la Isla. Aquí se puede apreciar un Ahu con 15 moais asentados sobre su estructura. Estos gigantes de piedra se imponen en el paisaje y sus espaldas se encuentran hacia el mar, protegiendo constantemente a los habitantes de la isla. 



Tongariki se vio afectado por el terremoto de Valdivia en el año 1960, ya que el Tsunami provocado por este golpeó fuertemente el lugar arrastrando los moais mas de 200 mts hacia el interior de la isla, por lo cual se tuvo que restaurar nuevamente. 




Seguimos nuestro camino hacia Papa Vaka, donde se pueden encontrar varios petroglifos. A pesar de que no es un sitio muy conocido como los anteriores mencionados es importante tenerlo en cuenta, ya que posee mucho valor arqueológico.



Luego nos dirigimos hacia Te Pito o Te Nua, el "Ombligo del Mundo" , esta mítica piedra que supuestamente posee energías poderosas. Se dice que debes poner tus manos sobre ella para purificarte y llenarte de buenas vibras.



Después nos fuimos a Anakena, la famosa playa de la Isla de Pascua, de arenas blancas y aguas turquesas y cálidas. Ya era tarde cuando llegamos, así que la mayoría de las personas ya se estaban retirando. Nos bañamos  un rato (en realidad Jorge solo se mojó los pies jajaja), sin embargo como ya estaba oscureciendo, decidimos volver.




Antes de regresar a Hanga Roa pasamos a Ahu Akivi. En este lugar se encuentran 7 moais, que supuestamente representan a los 7 primeros exploradores que llegaron a la Isla enviados por Hotu Matua, y son los únicos que se encuentran mirando al mar.



Al día siguiente antes de devolver el jeep fuimos a Rano Kau nuevamente y a Vinapu. En este lugar se puede apreciar un Ahu (plataforma) con sus moais tumbados (en la Isla hubo una guerra civil entre las tribus lo que llevo a que todos los moais fueran derribados. Los que actualmente están sobre sus ahu o plataformas han sido restaurados).




En la tarde Don Victoriano nos llevó por $10.000 c/u a visitar varias cuevas (decidimos pagarle a él por el tour, ya que es un poco difícil llegar a ellas). En la Isla existen miles de cuevas, sin embargo no se puede acceder a todas ellas por tema de seguridad (durante mucho tiempo las cuevas sirvieron de escondite para los nativos para evitar que fueran capturados como esclavos). 



Antes de visitar las cavernas pasamos a Puna Pau, lugar en el cual se construían los  Pukaos de los Moais (los pukaos se asemejan a sombreros y tienen un típico color rojizo).



Desde este sitio eran transportados hasta las diferentes plataformas extendidas por toda la isla. Al parecer el Pukao era el último elemento que se instalaba en el Moai cuando este ya estaba erguido en el Ahu. 

Para llegar a las cuevas se debe seguir el mismo camino de antes de desviarse hacia Puna Pau. La primera red de cuevas que visitamos fue Te Pahu, un largo túnel que se formó por el paso de la lava miles de años antes. Para ingresar se debe hacer desde el techo.



Luego seguimos al sector de Ahu Te Peu donde se destaca una casa-bote (hare vaka) de 40 mst de largo.




Cerca de este lugar esta la entrada a una de las cavernas mas famosas de la Isla, "la Cueva de las 2 ventanas" desde la cual se puede observar el mar.




Después de visitar el complejo de cuevas volvimos al pueblo y nos dirigimos nuevamente a Tahai para presenciar el atardecer. 


Al día siguiente fuimos a bucear muy temprano (Gracias a Don Victoriano nos cobraron $25.000 y nos regalaron las fotografías que se toman bajo el agua).
Ese día nos levantamos a las 8 am, ya que teníamos que estar a las 9. Luego de una pequeña instrucción nos dirigimos en bote a un lugar frente al pueblo. Debemos reconocer que estábamos muy nerviosos. Jorge se demoró muchísimo en decidirse a sumergirse, pero cuando lo hizo estuvo mas de 10 minutos en el fondo (10 mts) disfrutando del espectáculo. En cambio yo me demoré muy poco en entrar al agua, pero una vez abajo entré en desesperación y tuve que salir rápidamente a la superficie. A pesar de que estuve muy poco bajo el agua (eso si llegué al fondo) la experiencia es totalmente recomendable. 




En la tarde arrendamos nuevamente el jeep, y fuimos por segunda vez a Tongariki, donde estuvimos un buen rato disfrutando de este bello lugar.



También aprovechamos de pasar a Papa Vaka y Te Pito o Te Nua  otra vez. Luego proseguimos hacia Anakena, pero antes nos desviamos hacia Ovahe, una pequeña playa, que según el mapa, se encuentra antes de llegar a Anakena. Sin embargo, no encontramos el camino correcto, pero fue para mejor, pues la vista que teníamos era increíble. El volcán Poike se veía magnifico y el color turquesa del mar eran simplemente cautivantes.



De Ovahe fuimos a Anakena, y esta vez pudimos disfrutar un poco mas el paisaje, ya que llegamos mas temprano.




En Anakena se puede encontrar el Ahu Nau Nau, una plataforma con 7 moais restaurado a fines de los años 70.

El principal motivo por el cual arrendamos el auto era para ir el día siguiente a Tongariki a ver el amanecer, sin embargo esa vez la suerte no estuvo de nuestro lado, ya que cuando amaneció estaba nublado y garugando. Como el día no mejoró volvimos al pueblo y fuimos al museo a dar una vuelta. Además, aprovechamos de trasladar nuestras cosas al Hotel.


Esa noche fuimos a ver al conjunto Kari-Kari (nos hicieron un descuento gracias a Don Victoriano, $7000) c/u). Los recomendamos 100%.


Al día siguiente arrendamos una bicicleta y fuimos al Maunga Terevaka con la intención de llegar a su cima. El Terevaka es el volcán (inactivo) mas alto de la isla con 507 msnm. Se puede llegar a través de 2 rutas (nosotros optamos por la de Ahu Akivi), ya que un isleño que se acercó a nosotros nos recomendó tomarla).




Cuando íbamos en la mitad del camino nos pilló una tormenta, pero como yo estaba preparada me puse mi chaqueta y pantalones impermeables en un par de segundos antes de que la lluvia nos alcanzara. Obviamente como Jorge es mas descuidado se mojó mucho mas que yo. Tal como la tormenta llegó se fue.



Al llegar a la cima la vista era simplemente espectacular, se podían apreciar las otras 2 puntas de la Isla (Rano Kau y Poike). Era increíble ver al océano pacífico rodear la isla completamente.





El isleño que se acercó a nosotros a ofrecernos su ayuda (pensaba que habíamos pinchado una rueda) se llamaba Rafael Hereveki y resultó que, para nuestro gran asombro, conocía Bulnes y había estado un par de semanas antes ahí. Al parecer le caímos bien a Don Rafael, ya que nos invitó a tomar once a su casa ese día mas tarde. Él nos pasaría a buscar.
Al llegar la hora estipulada esperamos a Don Rafael (debemos reconocer que estábamos un poco asustados, pero a la vez ansiosos de conocer a un Pascuence mas en su intimidad). Su vivienda estaba hacia el interior de la Isla y para nuestra sorpresa tenía un moai tumbado en su propiedad.




Conversamos de muchas cosas esa tarde y nos sentimos infinitamente agradecidos de la hospitalidad que recibimos de parte de él, totalmente distinto a lo que muchas personas piensan de los isleños (que son muy brutos).
Ya habíamos hablado con Don Victoriano para ver si él nos podía llevar a ver el amanecer a Tongariki. Nos cobró $15.000 y quedó de pasar a buscarnos entre 6:30 y 07:00 am el día sábado (nuestro último día). 
Gracias a Dios esta vez si pudimos apreciar el amanecer, que nos dejo impactados. 



Fue un momento memorable, aquellos que jamás se pueden borrar de la memoria. Ver salir el sol y apreciar la silueta de los moais es realmente maravilloso. El que va a la Isla de Pascua tiene que ver un amanecer en este lugar antes de marcharse, no se arrepentirán jamás.




Luego de este espectáculo regresamos al Hotel a tomar desayuno y aprovechamos de recorrer por última vez el pueblo. Estábamos tristes porque era nuestro último día en Rapanui, pero alegres por haber conocido gran parte de la Isla. Armamos nuestros bolsos y como es costumbre nos fueron a dejar al Aeropuerto. 





En el aeropuerto veíamos como la gente que venía recién llegando se bajaba tan alegre por llegar a la Isla. Sentimos mucha envidia porque ellos llegaban y nosotros ya nos íbamos jajaja. A pesar de todo nos subimos al avión, que nos llevaría de regreso al "conti", muy contentos, por tener la dicha de conocer las tierras mágicas de Isla de Pascua.