Caleta Tortel

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miércoles, 7 de agosto de 2013

Torres del Paine (casi) perfecto.


Para que seguir diciendo lo que significa la Patagonia para nosotros. Sería redundar. Pero nuestro amor por esa zona  del planeta nos motiva a ir permanentemente o estar pensando en cuando será la próxima vez que podremos estar en esas ventosas tierras. Lamentablemente ese año (2012) con Ximena nuestras vacaciones no coincidirían (tenía que tomar mis vacaciones antes de marzo de ese año y ella no podía tomarlas antes de esa fecha), así que me decidí a hacer un viaje solo, recorrer aquel lugar que  nos había albergado en nuestras primeras vacaciones juntos, pero esta vez solo.

Como no decidí con suficiente tiempo si viajaba o no, me vi obligado a comprar los pasajes con pocas semanas de anticipación y estaban bastante más caros que en otras oportunidades (consejo: compren pasajes aéreos con antelación). Iba a pasar una semana en la patagonia magallanica, principalmente dentro del Parque Nacional Torres del Paine, el cual había sido víctima pocas semanas antes de un terrible incendio provocado por la irresponsabilidad de un turista israelita (del cual hablaré más adelante), por lo que necesitaba ver que tanto había cambiado el paisaje debido a esto.


El viaje de ida fue de madrugada ya que calculaba llegar a Punta Arenas  a eso de las 5 de la mañana y poder tomar el primer bus que sale hacia Puerto Natales a las 7 am. El vuelo de LAN llegó sin retrasos y en el aeropuerto de Punta Arenas me pude dar cuenta que unos cuantos jóvenes estaban en la misma situación que yo. Después de dormir un rato dentro del recinto, conversé con los otro chicos que estaban "haciendo hora" y todos coincidíamos en el itinerario. Los jóvenes (que eran 3) me acompañarían los dos primeros días de mi viaje. Eran Sergio, Fabiana y Pablo (la verdad no recuerdo cómo se llamaba, así que le diremos Pablo), los dos primeros un matrimonio joven que gustaban de hacer trekking y que iban a hacer la "O" y Pablo era un médico oftalmólogo que aprovechando un operativo que harían en Natales, viajó días antes para poder hacer también la "O", pero en 3 o 4 días (cuando lo ideal es ocupar 8 o 10 días). Entre los 4 le pagamos a un vehículo para que nos llevara hasta Punta Arenas, específicamente al Terminal de los Buses Fernández. Durante el trayecto entre el aeropuerto y la ciudad el sol de un día espectacular comenzaba a asomar al otro lado del Estrecho de Magallanes. Sin ni una nube por todo el cielo (mientras en Chillán, caía un aguacero de aquellos, llenando todas las calles de agua con solo unos pocos minutos de lluvia). Ya en el Terminal le comenzaba a contar a mis nuevos compañeros de viaje sobre el Parque y los orientaba un poco sobre el itinerario que ellos tenían previsto. Por mi parte, mi idea era ese día llegar hasta el Campamento Chileno, a medio camino del mirador de las Torres del Paine para al otro día poder ver el amanecer desde las Torres.

El bus salió a las 7am desde Punta Arenas y al poco andar ya estaba durmiendo y solo desperté cuando estábamos por llegar a Puerto Natales. Eran cerca de las 10 de la mañana y aún quedaban cosas por comprar. Seguimos los 4 recorriendo la ciudad, compré cosas faltantes (gas, pan, algo más de comida, etc) y luego un buen almuerzo antes de que a las 14 hrs tomáramos el bus (Buses Gomez donde había reservado pasajes por internet) para ir a las Torres.


El buen tiempo acompañó todo el resto del día. Al llegar al Parque se notaba bastante movimiento, muchos turistas (la mayoría extranjeros) y el paisaje siempre espectacular. No habían nubes que taparan la vista entre las Torres del Paine y yo. Gracias a mi carnet de montañista federado pude entrar sin pagar al Parque (el valor para chilenos es de $5 mil) y luego tomo el transfer que hace el recorrido entre la llegada de los buses y el camping (igualmente se puede hacer a pié, pero es un poco largo y sin mucho paisaje que ver). El transfer vale $2500.- Ya estando en la Hostería Las Torres, mis 3 nuevos compañeros deciden hacer el mismo recorrido que haré yo, por lo que comenzamos el trekking hasta el Campamento Chileno, el cual nos debería tomar unas 2 a 3 horas.


Valle del Río Ascensio rumbo a Campamento Chileno.
Campamento chileno

Este sendero tiene un fuerte desnivel al comienzo (sin duda la parte más agotadora del camino) y a medida que se gana altura también la vista se hace más impresionante, hacia el sur los lagos que rodean el Parque y todo el valle del río Ascensio que tiene como uno de sus afluentes un estero que nace de la laguna a los pies de las Torres. Al llegar al campamento, en este ya había harta gente, quedando pocos espacios para poder instalar la carpa. Como les había mencionado, la mayoría de los turistas son extranjeros y lamentablemente los chilenos se destacan por ser los menos preparados (no todos, pero la mayoría). Luego de instalar la carpa nos volvemos a reunir los 4 y aprovechamos una mesa que se desocupó para poder preparar la cena. Cómo solo yo conocía el parque, planificamos (con un pequeño margen de error) el día siguiente, donde el objetivo era poder ir a ver el amanecer a la base de las Torres del Paine. 

Salimos muy temprano, me parece que no más allá de las 5 am ya que en verano amanece muy temprano en esta austral zona. Comenzamos a caminar muy rápido, distanciándonos al poco andar. Cuando aún nos faltaba un poco para llegar, el sol comienza a asomar por lo que al momento de llegar hasta la misma base de las Torres, los colores del amanecer ya se habían fugado y unas nubes grises eran nuestro techo, cubriendo a ratos las cumbres de las Torres. Habíamos fallado en el objetivo, pero aún así la vista de esas moles de roca impresiona sin importar el momento del día o el estado del tiempo.


Torres del Paine y laguna Torres.

Después de las respectivas fotos y contemplar este hermoso y único paisaje, comenzamos el retorno, no sin antes sentir el motor de un helicóptero que se internaba por el valle rumbo al Campamento Japonés (ubicado al otro lado de las Torres y que está destinado solamente a escaladores), lo que nos indicaba que probablemente algún accidente había tenido lugar ahí. Llegamos al campamento, desarmamos la carpa y raudos comenzamos el descenso hasta el mismo lugar donde habíamos llegado el día anterior, la Hostería Las Torres, punto de inicio de cualquiera de los senderos (ya sea la W o la O). Aquí venía la despedida, de Sergio y Fabiana, quienes seguían hacia el refugio Los Cuernos y de Pablo, quien seguía hacia Serón para hacer el circuito largo. Yo me disponía a quedarme en el camping de la Hostería para al otro día intentar llegar hasta el Pingo. Y aquí viene mi tragedia. Pago mi derecho a camping y al momento de armar mi carpa (solo), cuando estoy instalando la primera varilla, la fuerzo demasiado y eso junto con el desgaste que le encontraría a la uniones de las varillas, se me quiebra no solo una, sino que ambas varillas de mi carpa. "Aquí se terminó mi viaje" dijo yo. Pero de pronto me recuerdo que un amigo ese mismo día debía estar terminando de hacer su recorrido por la "O" y tenía que llegar al mismo lugar donde yo estaba, así que me dispuse a esperarlo pacientemente. Pasaron horas y horas, vi llegar e irse a muchos turistas (hasta la Hostería se puede llegar en vehículo) hasta que de pronto, ya bien entrada la tarde, aparece Paulo junto a sus 3 amigos con los que andaba. Estaba "chato", venían bajando de las Torres también (que en horas de la tarde se habían despejado completamente) así que, obviamente después de saludarlo, le imploré que me pudiera prestar su carpa ya que el regresaba a Natales ese día y no la utilizaría más. No tuvo reparos en acceder, por lo que hasta hoy le agradezco.

Mi compañero


Ya con carpa, podría seguir con mi itinerario previsto, el cual contemplaba al día siguiente tomar el transfer para salir nuevamente a la Porterìa en Laguna Amarga, tomar el bus y continuar el recorrido que este sigue hasta llegar a la Administración en Serrano y desde ahí seguir a pié (haciendo "autostop") para con mucha fe poder llegar ese mismo día hasta la Guardería Lago Grey y desde ahí continuar hastal el valle del Pingo. Mi interés en conocer ese sector era porque es de los pocos lugares del Parque que aún se mantienen intactos, ya que los incendios habían afectado a gran parte de los otros sectores (Laguna Azul, administración en Laguna Amarga, Grey, Pehoé, Pudeto).

Tomé el transfer (tuve la suerte de que no me cobraran, solo por un descuido del chofer) y luego el bus. A poco andar, comienzan a aparecer los primeros indicios del gran incendio que había afectado a la zona solo un mes antes. Arbustos quemados por la orilla del camino, todo el pastizal igualmente quemado, muestra que el fuego no había tenido compasión con absolutamente nada había tenido en el viento, sin duda, un gran aliado lo que permitió que avanzara sin obstáculo alguno durante varios días. Llegamos al sector de Pudeto donde varias personas se bajaban para tomar la embarcación que cruza el lago Pehoé para llegar al refugio Paine Grande. Aquí es realmente penoso ver todo quemado, los pequeños bosques, pastizales, arbustos, todo eran esqueletos negros alzándose, muertos, hacía el claro cielo que teníamos en ese momento. También se había quemado la casa del Guarda parques y sólo había sobrevivido un pequeño negocio (Que estaba forrado en lata). Fui a ver el Salto Grande (que une los Lagos Nordenskjold y Pehoé) y luego volví al bus para seguir mi recorrido hasta la Administración en Serrano. El recorrido es igualmente triste ya que el paisaje continúa mostrando las secuelas del incendio hasta llegar al final del recorrido del bus. Me bajo y a un costado de la sede administrativa aún se encontraban dos helicópteros. También había un grupo de jóvenes del INJUV que estaban realizando trabajos voluntarios de recuperación del Parque, tanto de senderos, puentes como señaléticas.



Rastros del incendio
Pudeto
Comienzo a caminar y la única opción para poder llegar en el día al Grey era hacer "auto stop" y que alguién de buen corazón me transportara los cerca de 15 kms que hay hasta llegar al Lago Grey, mirador Ferrier y la entrada al valle del Pingo. Camino junto a otro joven que iba al mismo sector hasta que un vehículo se ofrece a llevarnos a los dos. Era una familia que iba a hacer el recorrido en catamarán que se realiza por el lago Grey hasta el frente del Glaciar. Llegamos al estacionamiento del Hostel Lago Grey y yo me dirijo inmediatamente a conversar con el señor Barrientos, dato que me había dado mi amigo Esteban y quien me podía autorizar a acampar o darme alguna orientación sobre el Pingo y la posibilidad de ver huemules (que era mi objetivo). Muy amable me entrega orientación y me dice que lamentablemente por restricciones de último momento, debido al incendio, no estaba permitido acampar en el Pingo ni en Zapata, si no era con un guía autorizado (lo cual no me lo informaron al momento de ingresar al Parque). Como alternativa, me recomienda subir al mirador Ferrier ya que el día estaba muy lindo y lo más seguro es que tendría una vista espectacular del Parque y si además tenía mucha suerte, podría divisar algún huemul.

Y no se equivocó. El sendero en poco más de 1 hora me llevó hasta el, sinceramente, más espectacular mirador que tiene el Parque. Podía ver desde el glaciar Zapata (?), glaciar Pingo, Glaciar y Lago Grey, Paine grande, Cuernos del Paine, Lagos Nordenskjold, Pehoé, Toro, o sea el Parque casi en si totalidad. El cielo, sin ninguna nube (solo hacia el sector de campos de hielo sur) estaba perfecto para contemplar durante mucho tiempo ese hermoso espectáculo de montañas, hielos y lagos. El viento era el único obstáculo ya que cerca de los 80 kms hacía descender la temperatura de forma increíble.


Glaciar Pingo
Mirador Ferrier


Después de estar cerca de 1 hr en el mirador comienzo a bajar, pendiente de cada sonido que escuchaba (apenas bajaba el mirador el viento desaparecía) por si lograba ver algún huemul, lo cual no ocurrió en todo el viaje. Al llegar nuevamente donde el señor Barrientos, le consulto por la posibilidad de poder acampar y me señala un lugar a orillas del río Pingo y cercana a la casa del guarda parque donde, una vez que se fuera toda la gente que visitaba el Lago Grey, podría instalar la carpa. Para hacer hora voy a visitar la playa del lago y el mirador, lugar donde llegaban todos los témpanos que se desprendían del glaciar Grey, el cual se alcanzaba a divisar allá lejos. En el mirador reaparecía el viento y la gente se retiraba por lo que pude estar nuevamente solo contemplando esa maravilla de paisaje. El sol se escondía y ya casi toda la gente se había retirado por lo que fui a escoger un lugar protegido a orilla del río para poder instalar la carpa. Cocinar, comer, leer y dormir.

Fue una noche tranquila y el día siguiente estaba tan espectacular como el anterior, por lo que me levanté temprano, desarmé la carpa y arreglé mi mochila (la cual dejé en el pórtico de la casa del guarda parques) y comencé el trekking hacia el valle del Pingo. El valle es demasiado tranquilo, un pequeño sendero lo recorre cruzando pequeñas explanadas, esteros y siempre siguiendo el río Pingo casi hasta su nacimiento, en el lago y glaciar Pingo, pero muchas horas más adelante. Yo recorro cerca de 2 horas hasta llegar a una pequeña cascada donde descanso, tomo agua y como unas pocas de galletas. El recorrido completo espero hacerlo algún día, ya que sin duda esa zona del parque es la que más inexplorada se mantiene. En el retorno me cruzo con un pequeño grupo que iban con un guía. Llego a la casa del guarda parque, le doy las gracias por las orientaciones y comienzo mi regreso para ir hacia el último objetivo del viaje, visitar Pehoé y el campamento italiano.



Lago Grey
Mi campamento a orillas del río Pingo



Valle del Pingo
Nuevamente caminar con la esperanza de que alguien me pudiera transportar hasta Serrano. Al rato un camioneta con un par de "viejitos" que no hablaban ni pisca de español me llevan el resto del camino, hasta Serrano, luego desde ahí camino un poco y una familia me lleva el resto del camino hasta Pudeto, donde debía tomar el catamarán.




Incendio en Pudeto
Cruzando el lago Pehoé
Al llegar a Pehoé me invadió la tristeza. Ese lugar se había convertido en mi preferido la vez anterior que habíamos visitado el Parque con Ximena y ahora se encontraba todo quemado. El camping que está ubicado a un costado del Hostel Paine Grande (que no le pasó nada con el incendio) ya no existía. Por suerte se había salvado el quincho, lugar donde se podía comer un poco más protegido. Al no haber camping, converso con el guarda parques quien me permite instalarme en un sector, junto al campamento de los voluntarios. Nada agradable la verdad, principalmente porque el viento levantaba muchas cenizas, el olor a quemado aún era fuerte y no había nada verde alrededor.
Baños del camping Pehoé después del incendio. 

Al otro día era mi último recorrido por el Parque. El día amanecía espectacular, como todos los anteriores. Iría hasta el Campamento Italiano, regresaría para poder avanzar lo que más pudiera hacia el Grey y luego retornar al campamento. El sendero sigue por varios kms rodeado de bosques quemados los cuales se pueden apreciar hasta donde comienzan las nieves eternas del Paine Grande. Después de un par de horas de caminar, el bosque vuelve a estar vivo, retorna el verde y finalmente aparece el Río del Francés y el valle del Francés en todo su esplendo. Cruzo un puente colgante y llego al Campamento Italiano, en el cual había mucha gente y se encuentra bajo un tupido bosque, que hace que el campamento sea siempre muy frío y húmedo.
El día se encontraba espectacular, despejado y desde la cumbre del Paine Grande caía el Glaciar Francés siempre imponente. El día estaba ideal para seguir adentrándose en el valle, pero yo había hecho una promesa y pensaba cumplirla, por lo que el valla del Francés en su totalidad tendría que ser para otra oportunidad.


Campamento Italiano

Paine Grande

Quincho en Pehoé
Me devuelvo por mis pasos y me dirijo hacia Pehoé para luego recorrer un poco el sendero hacia el Grey. El paisaje es igualmente triste, con todo quemado, árboles, arbustos y en sectores aún un fuerte olor a quemado (aún no había pasado ni un mes desde que se controló finalmente el incendio). Paso por la Laguna Los Patos y el fuerte viento hace descender bastante la temperatura. Llego hasta donde pude apreciar el Lago Grey y sus témpanos que el viento arrastra hasta la playa donde había estado 2 días atrás. Era el fin de mi recorrido. Regreso a la carpa y converso con tanto con el guardaparques como con Marcelo, un brasileño con quien nos llevamos muy bien y compartiría hasta el final de mi viaje.


Refugio Paine Grande

Puerto Natales

Monte Balmaceda

Al otro día retorno a Natales, cruzando en catamarán el lago Pehoé y luego en bus hasta la ciudad. Coincidentemente nos quedamos en la misma Hostal con Marcelo (no recuerdo su nombre, pero buscaré la tarjeta) por lo que al día siguiente lo invito a que en bicicleta vayamos a la famosa Cueva del Milodón. El día espectacular y sin viento ayuda mucho el buen pedaleo. Luego a la Hostal, al día siguiente bus a Punta Arenas, (donde veo a mis primos), visita a la Zona Franca y finalmente al aeropuerto y regreso a Chillán. Siempre con gusto a poco, siempre con deseos de regresar una y otra vez .


Torres del Paine

martes, 18 de junio de 2013

De Magallanes a la Patagonia... argentina.

Con Ximena, el amor por la Patagonia se iba haciendo cada vez más fuerte. Sin duda algo que hemos aprendido, es que no existe la Patagonia chilena y la Patagonia argentina. La Patagonia es una sola y punto. Ser de un país u otro es solamente un tema burocrático y que en ocasiones se evidencia por el acento, pero el idioma es el mismo y el amor por sus tierras y tradiciones es igual.

Pero, la cordillera es una frontera natural, es una muralla casi infranqueable que crea "dos Patagonias" con características diferentes, los hielos y fiordos dominan principalmente el lado occidente y la pampa que domina hacia el oriente. Nosotros veníamos volviendo a Puerto Natales después de habernos maravillado con las Torres del Paine y ahora el destino sería El Calafate, Glaciar Perito Moreno y El Chaltén. Iríamos a los pies del Fitz Roy y el Cerro Torre, colosos de roca que en lo personal me asombran y me tientan, pero que difícilmente intente sus cumbres en alguna oportunidad.

En la misma Hostal María José nos venden los pasajes, ida y vuelta ($11 mil pesos chilenos c/u) y gracias a que un primo en Punta Arenas tiene un familiar en el mismísmo El Calafate, tendríamos alojamiento (al parecer sin mayor costo). El viaje comienza en la misma puerta de la oficina de los buses. Sin mucha demora ya estamos en el Paso Dorotea, donde después de una breve revisión de los gendarmes argentinos pasamos al poco atractivo pueblo de Río Turbio y luego pampa, pampa, pampa... y pampa. El viaje en total dura cerca de 4 horas, pero son quizás los últimos 20 a 30 minutos los más asombrosos, con vista al Lago Argentino y a lo lejos, las siluetas de tan espectaculares colosos de roca,  el Fitz Roy y el Torre.


Es un largo descenso para llegar hasta la ciudad de El Calafate, la cual no es grande (quizás muy similar a Pucón en la región de la Araucanía), pero de hermosas fachadas y rodeada por la "interminable" pampa. Al llegar, debíamos ubicar la oficina de Turismo (MYL), la cual era de propiedad de Luis Ruiz, primo de mi familiar en Punta Arenas y nuestro contacto en la ciudad.

Luego de coordinar con nuestro "anfitrión" (nos dijo que estuviéramos a las 6 de la tarde en la oficina de regreso), recorremos la ciudad, la cual como les dije anteriormente tiene mucho parecido con Pucón. Una avenida principal en la cual se encuentra concentrado el comercio, agencias de viajes, de turimos, un Casino, locales comerciales, etc. Todo se encuentra muy lindo, muy bien cuidado. La temperatura en la época que fuimos (comienzos de abril) era bastante agradable durante gran parte del día, aunque la zona se caracteriza por el viento y las bajas temperaturas. De hecho un día "lindo" no es el típico con sol, sino que solo basta que no haya viento ni frío para que un día salga de lo típico.

Cómo nos habían pedido, puntualmente estábamos a las 6 de la tarde en la oficina de MYL y nuestra sorpresa fue mayúscula cuando nos dimos cuenta que el motivo de esta citación era para invitarnos a un tour por el Cerro Frías, el cual se encuentra junto al pueblo. Este tour lo realizamos en un camión todo terreno (similar a los que corren en los rallys), con asientos en primera fila. Hacia atrás estaba acondicionado como un bus, lleno de turistas de varios países (nosotros, los únicos chilenos). El recorrido comienza por un camino en bastante buen estado y apenas sale del sector urbano comenzamos a ganar altura y aparecen pendientes muy empinadas, las cuales sin duda le dan un cierto grado de adrenalina al tour. Paramos en varios puntos, cada uno con una vista más espectacular que el anterior, lo cual se veía recompensado por  la luz del ocaso que iluminaba con un tono anaranjado todo nuestro alrededor.


 Al llegar al sector más alto del cerro aparecía el viento patagón que extrañábamos en la ciudad, ese viento que cala los huesos. Desde ese punto la vista es soberbia: A nuestros pies El Calafate iluminada, a un costado del Lago Argentino. En el horizonte asoma el Fitz Roy y el Torre vestidos con nubes en sus faldas. 




Hacia el oeste, se apreciaba el Perito Moreno, nuestro destino del día siguiente. Después de fotografiar tan hermoso paisajes, el descenso es por un camino tanto o más adrenalínico que el de subida. Paramos en unas rocas con unas formaciones similares a los sombreros mexicanos, una curiosidad solamente.


Luego, llegamos a la casa de Lucho, quien nos presentó a su familia (su señora Margarita, sus hijos Luis, su yerno y su nieta Catalina) y ahí nos pudimos dar cuenta que la hospitalidad es una característica tan propia de los patagones (independientes del país que sean). Nos sentimos inmediatamente bien acogidos, como en nuestras propias casas. Sin duda eso es algo que hasta el día de hoy agradecemos y nos sorprenden de los habitantes de la Patagonia, su desinterés por lo material, las ganas de mostrar sus tierras con el fin de que nos demos cuentas que es un lugar único.

Al otro día, nos levantamos temprano y nos vamos directo al Rodoviario para tomar el omnibus que nos llevaría al Parque Nacional Los Glaciares (ingreso para extranjeros $15 mil pesos chilenos) donde visitaríamos el impresionante glaciar Perito Moreno.


Este se encuentra relativamente cerca, ya que en un recorrido de nos más de 1 hora 1/2, ya estábamos comenzando a recorrer las pasarelas. Pero antes de caminar, tomamos un catamarán, el cual hace un recorrido por toda la pared glaciar (siempre a una distancia segura por los constantes desprendimientos). Recorremos los 5 kms de ancho teniendo la posibilidad de apreciar unos cuantos desprendimientos, los cuales sorprenden por el tremendo ruido que producen. Logramos grabar uno, el cual sería el más espectacular de ese día.



El recorrido por las pasarelas nos toma todo el resto del día. Son kms y kms de pasarelas (los entendidos dicen que son las mismas que hay en las cataratas de Iguazú). En su punto más cercano al glaciar, se tiene el hielo ahí, casí al alcance de la mano.



Se supone que en ocasiones este casi se puede tocar con la mano, ya que el Perito Moreno tiene una particularidad ya que es uno de los pocos glaciares (por no decir el único) que avanza y retrocede en un ciclo permanente. Al llegar a su tope, siempre sorprende con un gran desprendimiento que suele ser causado por un aumento del nivel de brazo Rico del Lago Argentino, el que ve obstaculizado su desagüe natural por el hielo. 




Así, entre hielos, leves lloviznas y tibios rayos de sol, nos dejamos maravillar por el glaciar y los ruidos de sus desprendimientos. El paisaje que lo rodea igualmente es maravilloso, con bosques, cerros y el lago Argentino. Al regresar, el mismo bus nos esperaba. El Parque tiene muy buenas instalaciones, baños impecables y bastantes lugares donde poder sentarse a descansar. Al llegar a El Calafate, nuestros anfitriones nos tenían una rica cena y luego de compartir un rato con la familia nos vamos a dormir, ya que al otro día también habría que levantarse temprano para partir a El Chaltén. (curiosidad nos provocó que el gas de la cocina lo dejaran prácticamente encendido las 24 hrs. del día ya que por este se paga casi nada.)



El viaje a El Chaltén comienza muy temprano. El omnibus sale muy temprano ya que el viaje es casi tan largo como de Natales a Calafate. Son casi 4 hrs, nuevamente solo por pampa hasta llegar a las orillas del lago Viedma, donde el glaciar del mismo nombre se comienza a ver a la distancia. El Chaltén es un pequeño pueblo (casi un villorrio) construido principalmente para hacer soberanía en un territorio en disputa con Chile (zona donde se ubica la Laguna del Desierto).



Su principal y casi única actividad es el turismo (está lleno de hostales, agencias, negocios, etc) el cual es motivado por la cercana ubicación de los preciosos Fitz Roy y el cerro Torre (además de los otros colosos como el cerro Poincenot, Saint Exupery, Cerro Eléctrico, etc.). Como teníamos pocas horas, nuestro trekking de ese día sería la Laguna Capri, desde donde supuestamente tendríamos una vista impresionante del Fitz Roy. Además de este sendero, hay varios más, no tan solo de 1 día, si no que de varios dependiendo del destino: Laguna Capri, Laguna Los Tres, Laguna Torre, etc.).


Nuestro sendero (en realidad todos los senderos) comienzan apenas termina la calle principal del pueblo. Aquí comienzan a ganar altura mientras se va apreciando el valle del Río de la Vueltas. El día se presentaba agradable, pero una eterna nube (que no se movería durante toda la tarde) nos impedía ver los cerros, que eran nuestra principal motivación. Un suave trekking de no más de 2 horas nos lleva entre bosques hasta la Laguna Capri, la cual no es muy grande, pero de lindos colores y de fondo espectaculares el Fitz Roy y compañía (los cuales nunca pudimos ver). Nuestra espera fue larga, varias horas durante esa tarde, pero la mole de roca no se dejó ver, no fue nuestro día así que la excusa para volver está más que clara. Sin duda El Chaltén no es un lugar para venir a visitar sólo en un día. Tiene tantos lugares para recorrer y tanta belleza al alcance de la mano que lo lógico es tomarse varios días para conocerlo y disfrutarlo, así que tomarse el tiempo para poder ir y apreciarlo como se lo merece.


Ya retornardo a Chaltén, se despeja un poco y el cerro se deja ver, bueno...típico. El regreso a El Calafate es tranquilo, nuevamente la pampa provoca que el sueño nos invada y sólo despertamos cuando ya estamos casi en el rodoviario.


Llegamos ya donde nuestros amigos quienes al igual que nosotros se entristecen porque al otro día ya nos volvemos a Natales. Ese calor humano tan similar al de "nuestros" patagones "chilenos" nos hace recordar que la Patagonia es una sola, que sus paisajes son un complemento entre los de un lado de la cordillera y los del otro y que por sobre todo ese amor por estas tierras que les declarábamos al comienzo, ahora se afianzaba para no olvidarle nunca más y anhelar cada día con volver.