Caleta Tortel

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lunes, 7 de julio de 2014

Shangri Lá en Otoño

En Las Trancas, sector cordillerano de la provincia de Ñuble, podemos encontrar muchos lugares para visitar. Inmerso entre cerros y bosques (aunque con pocos cursos de agua) se presenta con una geografía hecha para amantes del trekking, mountain bike y del montañismo.


Distante a 6 kms del sector poblado de Las Trancas, se encuentra un pequeño valle escondido entre escoria dejada por alguna erupción volcánica centenaria o milenaria que cubrió gran parte de lo que seguramente fue en algún momento un fértil y hermoso valle .


Para llegar hasta allá, hay un camino vehicular el cual puede ser recorrido por cualquier vehículo durante sus primeros 2 a 3 kms, pera luego ser apto solo para 4x4, siendo aún así un camino nada sencillo. Mientras tanto, paralelo al camino vehicular hay un sendero el cual es un verdadero atajo, que se une al camino en la última parte, recorriendo ambas sendas un extenso y centenario bosque nativo de robles y lengas.



Al llegar al final del camino, se comienza a divisar el Nevado de Chillán junto con los volcanes, quienes fueron los causantes de los cambios en este valle. Ya en el valle, nos encontramos con un refugio que lamentablemente ya está en el suelo, solamente quedando en pié su primer piso que es de material sólido, mientras que sus otros dos pisos ya se encuentran en el suelo, siendo su madera utilizada como leña para hacer fogatas por las decenas de campistas que llegan al lugar. En el valle igualmente quedan los vestigios de una antigua cancha de esquí, la cual está algo escondida entre el denso bosque del cerro Las Cabras, sobre el cual se encuentra la ya tan lamentablemente conocida, Laguna del Huemul.


El valle de Shangri Lá presenta distintos paisajes dependiendo de la época del año. En verano es un verde valle que se presenta mayormente seco (sin agua permanente) y es cuando recibe el mayor número de visitas, los cuales por lo general son inconscientes veraneantes y campistas despreocupados de siquiera llevar su basura. En otoño, todo se transforma en una danza de colores, mezclándose tonos rojizos, anaranjados y amarillos entre los árboles siempre verdes que existen en el bosque.


En este sector se puede visitar el cerro Purgatorio desde el cual también se puede divisar el valle de Las Trancas teniendo una vista hacia Los Nevados de Chillán. Al seguir por este camino se puede llegar hasta la famosa cascada de ese lugar.




El valle de las Trancas es ideal para realizar observaciones astronómicas y astrofotografía por sus cielos limpios de contaminación lumínica. Ademas en este lugar podemos encontrar el observatorio mas grande de sur de Chile ubicado en el Hotel de Montaña MI Logde.



No pierdan la oportunidad de visitar este hermoso lugar en las diferentes épocas del año, pues cada una tiene su encanto propio.

domingo, 15 de junio de 2014

Patagonia Indomable... y LIBRE!!!!!

Si. Este año 2014 nuevamente viajamos a nuestra querida Carretera Austral. Inicialmente realizaríamos la Travesía del Cerro Castillo, la cual parte desde el sector Las Horquetas, pasando por la laguna del Cerro Castillo y que tiene una duración de 4 a 5 días, sin embargo la fecha en que viajamos (26 al 05 de mayo) no era la adecuada, pues la Reserva en esa fecha ya esta cerrada y es arriesgado adentrarse en ella pues las condiciones climáticas son muy cambiantes.

Decidimos ir a Cerro Castillo, pues las veces anteriores solo habíamos estado de pasada en ese lugar. Nos quedamos dos días en el camping La Araucaria de don Felidor, lugar que posee un amplio sitio para camping además de tres domos y un quincho muy cómodo donde se puede cocinar y guarecer de la lluvia. El primer día recorrimos los alrededores del pueblo y fuimos hasta un pequeño cerro con el que colinda el pueblo desde el cual se puede tener una visión panorámica del lugar.




 

Al día siguiente teníamos pensado realizar algún trekking en las cercanías, siendo nuestra intención llegar hasta la laguna ubicada en medio del cerro, pero creímos que no sería posible ya que no estaba muy clara la ruta además que la condición del tiempo que era muy variable, sin embargo preguntamos a una persona la cual nos dio las indicaciones para llegar. Varios perros nos siguieron ese día, los cuales serían nuestros guías durante todo el trayecto y los bautizamos como: Loco, Negro, Chico, Choco y Blanco además de Patojito que solo nos acompañó un rato. Al principio nos equivocamos en el lugar donde debíamos entrar, a pesar de que los perros nos habían indicado correctamente el camino, pero nosotros no les hicimos caso. Preguntamos a una persona a caballo que nos dijo donde debíamos entrar. Al retomar el camino correcto nos percatamos que este está muy marcado, pero hay que tener cuidado ya que existen varias sendas que pueden confundir.




Afortunadamente, el día estaba ideal para poder caminar, sin frío, poco viento y una temperatura agradable, aunque la experiencia ya nos indicaba que con la Patagonia no hay que confiarse y estar pendiente en todo momento. Después de avanzar entre un hermoso bosque del cual colgaban muchas orugas pequeñas, el sendero comienza a ganar altura y saliendo del bosque se empiezan a divisar los tantos glaciares que rodean al cerro Castillo. Mientras nuestros compañeros perrunos continuaban con nosotros, a la distancia se comenzaba a aclarar el sendero, quedando claro que subía en diagonal hasta un portezuelo donde suponíamos que nos encontraríamos con la laguna. El tiempo seguía estable, aunque a orillas del cerro se formaban lentamente pequeñas nubes que a ratos cubrían el sendero, mientras hacia el valle se apreciaba en todo su esplendor el río Ibáñez y el poblado de Cerro Castillo.





Cerca de las dos de la tarde y luego de cinco horas de trekking, aparece ante nosotros la hermosa laguna del cerro Castillo, rodeada de algo de nieve y esta vez si que con mucho frío. A ratos una pequeña niebla nos cubría, lo cual junto al viento que se sentía con fuerza, provocaron que solamente estuviéramos unos minutos contemplándola, solo lo suficiente como para tomar algunas fotos.




El descenso fue rápido, tomando la misma ruta que nos llevó nuevamente hasta la orilla del camino. En total caminamos mas de nueve horas, pues nos desviamos en dos ocasiones tratando de encontrar la ruta. Llegamos al camping cerca de las 18 horas, cuando ya estaba oscuro. 

Al día siguiente aprovechamos de dormir mas y levantarnos mas tarde. A las doce del día ya estábamos esperando locomoción para regresar, sin embargo el bus que pasó no tenía cupos y debimos hacer dedo en la carretera para volver a Coyhaique. Afortunadamente un argentino que viajaba en camioneta se apiadó de nosotros y nos llevó.

Antes de viajar a Cerro Castillo habíamos dejado un vehículo reservado por 4 días en el Rent a car Varona. Esta vez teníamos pensado llegar hasta Puyuhuapi y pasar la noche ahí.

En la mañana Jorge fue a buscar el vehículo y nos pasaron una camioneta Mitsubishi katana, ideal para recorrer los caminos, a veces traicioneros,  de la ruta 7. Viajamos por el camino antiguo desde Coyhaique a Villa Mañihuales pasando por Villa Ortega.

Durante todo el trayecto nos acompañó la lluvia, la cual provocó derrumbes en la entrada de la cuesta Queulat, así que nos devolvimos a Puerto Cisnes para almorzar y esperar a que despejaran la ruta.



Al regresar ya estaba solucionado el corte de camino, así que seguimos hasta Puyuhuapi. El atardecer nos pilló en el camino, el cual estaba realmente hermoso, pues algunos rayos de luz se dejaban ver entre las nubes y eso, acompañado de la lluvia, le daba un toque mágico a las fotos.







Al llegar buscamos una hostal, comimos y nos fuimos a dormir, pues había sido un largo día. 

El día siguiente amaneció espectacular, las nubes ya se habían retirado y los rayos del sol, que habían sido esquivos hasta ese momento, se dejaban ver hermoseando el paisaje. Recorrimos hacia el norte hasta el lago Risopatrón y la entrada norte del Parque Nacional Queulat.





Luego regresamos hasta el Ventisquero colgante donde teníamos pensado acampar dos noches. Al llegar instalamos nuestra carpa y cocinamos. Durante la tarde recorrimos un sendero corto el cual nos da una vista panorámica del ventisquero.




Aquella noche se despejó completamente y obviamente aproveché de realizar fotografías nocturnas y astrofotografías. 




El día siguiente realizamos el sendero que lleva hasta el mirador del ventisquero colgante de Queulat, el cual tarda 3 horas aproximadas en ir y volver. Estuvimos bastante rato tomando fotografías y apreciando esa maravilla de la naturaleza, regresamos solo porque el tiempo ya estaba amenazante.








Al llegar a nuestra carpa una fina lluvia se dejaba caer. Almorzamos y en la tarde salimos a recorrer otro poco. En la noche la lluvia se desató y no se detuvo en ningún momento. Incluso al día siguiente cuando tuvimos que desarmar la carpa, lo hicimos con una lluvia intensa. 

Ese día viajamos todo el día. Aprovechamos a media mañana de pasar al bosque encantado, pues no llovía tan fuerte, sin embargo no realizamos el trekking completo. 





Esta vez no nos quedaríamos en Coyhaique, sino que seguimos al sur hasta Puerto Ibañez, donde pensábamos pasar la noche. La lluvia no dio tregua, incluso en la cuesta Ibañez, donde comienza la Reserva Cerro Castillo estaba nevando copiosamente. Llegamos atardeciendo a Puerto Ibañez y no pudimos ver el Lago General Carrera, pues las nubes bajas impedían su visión. El pueblo es pequeño y no cuenta con gasolineras ni cajeros automáticos. Buscamos una hostal donde quedarnos, cocinamos y nos dormimos temprano. Esa noche se desató un temporal del terror, lo cual nos puso un poco nerviosos ya que pensábamos que la ruta estaría cortada, debido a las intensas nevadas, eso sumado a que nuestra camioneta no tenía cadenas y además que debíamos viajar al día siguiente a Santiago para poder regresar a nuestros trabajos. Afortunadamente, la lluvia amainó en la mañana e incluso el sol se dejó ver a ratos. Desayunamos y partimos a conocer el pueblo. Fuimos hasta la costanera, la cual es muy linda, además el General Carrera se veía precioso, sus aguas se veían color turquesa cuando los rayos de sol caían sobre él.





Cuando ya nos tuvimos que enfrente al camino nevado, nos sentimos agradecidos de arrendar un auto 4x4, ya que no tuvimos ningún problema al pasar por la cuesta, la cual estaba con hielo por la copiosa nevada de la noche anterior y con una huella vehicular apenas perceptible. Varios vehículos tuvieron problemas e incluso una pequeña camioneta se salió del camino y quedó de punta en la cuneta.

Cuando llegamos a Coyhaique aún seguía lloviendo, pero con menos intensidad. Durante la tarde aprovechamos de dormir y descansar de los largos viajes. Todos los días que estuvimos en Coyhaique nos quedamos en la residencial El Gaucho la cual cuenta con acceso a cocina, microondas, refrigerador. Cuenta con una pieza matrimonial, tres piezas dobles y el baño es compartido. El valor es de $10.000 p/p. Además cuenta con televisión con cable en todas las habitaciones y esta frente a un supermercado, el cual lamentablemente no tiene mucha variedad de productos.

En la noche, y como es costumbre cada vez que viajamos a Coyhaique, fuimos hasta el Restaurante Histórico Ricer ubicado en el paseo peatonal en la esquina de la Plaza de Armas. 

El viaje de regreso fue sin contratiempos. El tiempo estaba bueno, pues el día anterior varios vuelos se habían retrasado. Una vez mas dejábamos nuestra Patagonia con un nudo en la garganta, pero con la esperanza de seguir visitando ese hermoso rincón de nuestro planeta.